Hay multitud de deportistas de élite que entrenan duro todos los días para alcanzar el éxito. Pero hay otros que van más allá, pues deben compaginar los entrenamientos y la competición con trabajos normales. E incluso también con los estudios.

Es el caso de la atleta griega que protagoniza estas líneas. Se trata de Antigoni Ntrismpioti (Karditsa, 21 marzo de 1984), que el pasado mes de agosto logró dos medallas de oro en los Europeos de atletismo celebrados en Múnich (Alemania). Primero, el día 16, alcanzó la gloria en los 35km marcha al imponerse con un tiempo ganador de 2:47:00, por delante de la española Raquel González (2:49:10) y de la húngara Viktória Madarász (2:49.58). Es la imagen que ilustra este artículo, con las tres atletas sonrientes en el podio bávaro.

Cuatro días después (20 de agosto), la helena también se adjudicó la prueba de los 20km, con un registro de 1:29.03, en esta ocasión por delante de la polaca Katarzyna Zdzieblo (1:29.20) y de la alemana Saskia Feige (1:29.25).

Pero no lo tuvo nada fácil la veterana marchadora griega, que además de luchar contra sus rivales, también tiene que lidiar con no pocas vicisitudes en su vida cotidiana. Según publica la web de la revista especializada, Ntrismpioti, que es una de las cabezas de cartel en el II Finetwork Madrid Walking Grand Prix —prueba Gold del World Race Walking Tour que se disputará el próximo domingo 30 de abril en la Gran Vía madrileña—, trabaja de camarera en un restaurante familiar de Karditsa, una ciudad de 56.000 habitantes en la región de Tesalia (centro del Peloponeso), con un horario de tarde, en una jornada laboral de ocho horas, que le supone acostarse a las dos de la madrugada.

Pero no sólo eso. Antigoni –nombre de indudable origen griego, se utiliza tanto como nombre de pila como apellido– duerme apenas seis horas y se dedica a entrenar, completando entre 20 y 25 kilómetros diarios, y a continuación estudia un Máster en gestión deportiva para personas con discapacidad. Le queda poquísimo tiempo libre a la marchadora griega, que divide sus entrenamientos en dos partes y se congratula porque vive en un municipio de provincias y no pierde tiempo en los desplazamientos. “Aquí me pongo las zapatillas, salgo de mi casa y me pongo a correr”, asegura Ntrismpioti en declaraciones que recoge Runner’s World.

Es Antigoni una adicta al trabajo, pues también dedica sus entrenamientos –recorre unos 600 kilómetros al mes– a organizar en su cabeza los horarios laborales e incluso cuadrar las cuentas del restaurante. Una heroína no sólo del atletismo, sino también de su sacrificada vida cotidiana.

Los inicios en la marcha atlética

Lo cierto es que Antigoni Ntrismpioti empezó en la marcha por casualidad, como muchos de sus colegas en esta especialidad. De niña jugó al fútbol con el resto de chicos, nadó, corrió por el campo y hasta probó con la gimnasia, hasta que un día tocaba tenis en una clase de Educación Física. La joven deportista anduvo a toda velocidad a recoger unas pelotas y el profesor lo vio claro: Antigoni había nacido para la marcha atlética.

Pero no fue ahí cuando se inició en esta especialidad, sino que tardó unos años más al ver a una chica practicando marcha. Fue en 1998, con 14 años, firmando un comienzo meteórico: en cuatro meses se convirtió en la octava mejor de Grecia de su categoría y poco después ya era campeona nacional. 

El debut internacional de Antigoni se produjo en 2003, con 19 años, en la Copa de Europa de marcha atlética celebrada en Cheboksary (Rusia). Sin embargo, ese mismo año renunció a su carrera para empezar a estudiar Ciencias del Deporte. Fue así cómo aparcó durante ocho años la marcha, que retomó a los 27 años, en 2011, “por una apuesta”.

Su primer gran éxito internacional llegó tarde, a los 29 años, en los Juegos Mediterráneos celebrados en 2013 en la ciudad turca de Mersin, donde ganó la medalla de bronce en la carrera de 20 km con un tiempo de 1:41:53.

Antigoni Ntrismpioti compitió en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, donde fue decimoquinta, y en los de Tokio 2020 mejoró sus prestaciones, finalizando en octava posición. En ambos casos en los 20km.

Pero faltaba lo mejor: quedaba un gran año 2022 en el que Antigoni no sólo se proclamó doble campeona de Europa, sino que previamente también había brillado en los Mundiales celebrados en Eugene (Oregón, EEUU) semanas atrás. Ntrismpioti no logró medalla, pero dejó grandísimas sensaciones al ser cuarta, con un tiempo de 2:41:58, batiendo el récord nacional de Grecia. Y luego la doble gesta de Múnich, convirtiéndose en la primera atleta griega que lograba dos medallas de oro en un gran campeonato internacional.

De la gloria al restaurante, a los quehaceres diarios. Al duro turno de ocho horas de trabajo hasta bien entrada la madrugada. “Quizá sea la número uno del mundo, pero no voy a dejar de servir en el restaurante de mi familia porque quiero seguir ayudándoles”, dice Antigoni Ntrismpioti a Runner’s World. Toda una campeona en el asfalto y en la vida.